3 Señales del cuerpo que te dirán STOP

El cuerpo es uno de los dominios vitales que nos compone como seres humanos. No es solo el envase que nos permite movernos, sino que el cuerpo forma parte fundamental de nuestra comunicación con el mundo. Así que atentos a las señales que te manda.
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Desde el inicio de los tiempos, el cuerpo ha sido parte fundamental de las expresiones humanas, más allá de las palabras, y así lo hemos visto a lo largo de la historia de la humanidad en rituales, ceremonias, adoraciones, celebraciones, danzas ancestrales, cosas que ahora parecen sacadas de otro tiempo y otro espacio.

En pleno siglo XXI continuamos dándole mayor importancia al lenguaje, que representa el lado más racional de las personas y por lo tanto atribuyéndole al parecer un mayor valor. Dejando así, el dominio del cuerpo solo a bailarines, acróbatas y disciplinas parecidas.

El cuerpo es uno de los dominios vitales que nos compone como seres humanos y como “observadores” distintos del mundo según el #coaching ontológico.

Es un dominio relacionado a nuestros gestos, nuestro movimiento, nuestro ritmo, nuestro caminar, nuestro tono muscular, nuestra presencia, nuestra flexibilidad o nuestra rigidez y también nos predisponen a cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea.

No solo nos comunicamos con lo que sale de nuestra boca, sino que el cuerpo forma parte fundamental de nuestra comunicación con el mundo y con los otros, nuestra corporalidad será directamente proporcional a las interpretaciones que hacemos de cada situación que nos toca vivir.

Para entender lo que te cuento, un simple ejercicio sería preguntarte;

¿Cómo sientes que tu cuerpo está enfrentando las cosas que te toca vivir hoy?

  • De frente y encarando con rigidez o determinación la vida que te toca vivir.
  • De lado y haciéndole un poco el quite a las decisiones importantes.
  • Hacia atrás, con miedo a lo que podría venir
  • Flexible como el bambo que se acomoda a las circunstancias del entorno, a veces rígido y otras flexibles enfrentando las tormentas o la calma.

Debes saber que nuestro cuerpo es una gran esponja que absorbe a lo largo de nuestras experiencias y aprendizajes todo lo que te toca vivir y se va moldeando de acuerdo a esos patrones aprendidos y aquí el dominio de las emociones (del que hablaremos en otro artículo) pasa a tener un papel primordial ya que tiene una relación directa y maravillosa con nuestra disposición corporal.  

¿En qué se relacionan?

Solo piensa en el cuerpo que tiene una persona que siente rabia. Dirías que tal vez rígido, contraído, enfocado y en su máxima expresión con ganas de atacar ferozmente.

Si te preguntara, ¿cómo está tu cuerpo cuándo estás alegre? Dirías que, relajado, expandido, con ganas de moverte, de abrazar, incluso se te dibujaría una sonrisa en la cara y los ojos te brillarían.

Al movilizar el cuerpo también movilizamos las emociones. ¿Ves la relación?

Nuestro cuerpo no es solo el envase, es el templo que te acoge día a día para que puedas disfrutar esta vida. Acoge tus pensamientos, tu sentir, tus dolores, tus alegrías, tus amares y por tal merece que lo honres cuidándolo y siendo capaz de advertir sus señales.

3 señales que el cuerpo te puede dar:

  1. Cuando la mente no para, el cuerpo hace que te detengas. Te invita a mirar el paisaje y el camino, cuando solo has estado enfocado en la meta. Mi experiencia ha sido que te detiene con alguna dolencia muscular o alguna enfermedad menor e incluso con alguna afección emocional.  Y claro, es necesario detenerte para hacer los ajustes necesarios. Y en eso el cuerpo es sabio. Cuando no lo oyes, grita fuerte.
  2. La exigencia del “tengo que” en forma permanente, muchas veces afecta sin darnos cuentas a nuestro cuerpo y depende de ti cambiarlo por un “tengo que nada” en los momentos justos. El ocio también tiene tremendos regalos y al cuerpo también le gusta estar en quietud.
  3. El desgaste es otro de los momentos en que yo he vivido que el cuerpo se hace presente y más si no lo estás cuidando. Cuando no te alimentas bien, cuando duermes muy poco, cuando fumas demasiado, cuando no haces ejercicio, en definitiva, cuándo lo estás pasando por alto, atribuyéndole el rol de “cascarón” que solo sirve para transportarnos y llevarnos de un lado a otro.  ¡Cuidado! Aquí el cuerpo reacciona de maneras insospechadas.

Y la invitación que te hago a través de este artículo, es que lo escuches con mayor atención y seas consciente de él, por el bien de tu salud y de tu bienestar personal, quizás algo quiere decirte.

¿Lo estás escuchando?

Lo que no decimos se acumula en nuestro cuerpo. Se convierte en insomnio, nudos en la garganta, en nostalgia, en error, en duda y en tristeza. Lo que no decimos no muere, nos va aniquilando poco a poco.

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